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OBESIDAD Y SUEÑO

  • Dr. Didier Souveton Director Médico Metabolic
  • 18 mar 2017
  • 2 Min. de lectura

Durante el Siglo XX, nuestro entorno ha cambiado enormemente: Industrialización, las emergentes conurbaciones urbanas, la expansión de la red de carreteras, vehículos de motor, aerolíneas –todos ellos son factores que pueden alterar y afectar la calidad del sueño. Sin embargo, dormir juega un importante papel en las funciones vitales de nuestro organismo. Regula y repara. Es esencial para regular la secreción de hormonas y otros procesos metabólicos, ayuda a regular los niveles de glucosa en sangre y el apetito y por lo tanto ayuda a mantener un peso corporal constante. Y más allá de estos factores biológicos, dormir también influye en nuestro carácter.

Estudios recientes demuestran la relación directa entre un sueño inadecuado de menos de 6 horas al día y un incremento del IMC (Índice de Masa Corporal) tanto en adultos como en niños. Por tanto, la falta de sueño tiene un impacto negativo en el aumento de peso. El riesgo de la obesidad se ve incrementado notablemente en persona que duermen poco – en un 50% en el caso de los hombres y en un 34% en mujeres.

No debemos olvidar que existe una estrecha relación entre el sueño y la nutrición: Cuanto mejor comes, mejor duermes. Y cuanto mejor duermes, menor es la probabilidad de consumir alimentos que resultasen en un incremento de peso.

Cuando consideramos el desarrollo de hábitos de vida en nuestra sociedad industrializada –moderna y siempre conectada- nos llama la atención dos cosas:

1) La obesidad es cada vez más generalizada

2) La media del tiempo dedicado a dormir está disminuyendo

Estudios experimentales muestran que la conducta alimentaria cambia considerablemente en los individuos privados de sueño. Los mecanismos hormonales responsables de esto han sido identificados.

Una reducción en la media de sueño se traduce simultáneamente en un acortamiento del período de la secreción de la leptina “hormona de la saciedad” así como un incremento en el período de la secreción de la grelina “hormona del hambre. Generalmente esto se traduce en un incremento del apetito que se manifiesta en una preferencia por alimentos con un alto contenido en azúcar y grasa [3].

Más allá de la influencia de estas hormonas, la falta de sueño también puede derivar en un aumento de peso debido a otras razones – por ejemplo:

  • El aumento de períodos de vigilia proporciona más tiempo disponible al día para consumir alimentos.

  • Los efectos de la fatiga y la somnolencia tienden a reducir los niveles de actividad física.

El tratamiento de los pacientes con sobrepeso y obesidad debe, por lo tanto, tener en cuenta también los patrones de sueño.

Una dieta que tiene en cuenta simultáneamente, los conocimientos científicos más actuales sobre los mecanismos de secreción de ciertos neurotransmisores ayudará a regular el sueño, por lo tanto tiene una influencia positiva sobre la conducta alimentaria.


 
 
 

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